Alfaro Hats es una marca que reposiciona el sombrero de paja toquilla en los mercados internacionales. La creación de este sello comercial surge del cluster de paja toquilla conformado por asociaciones de tejedoras de sombreros de las provincias de Azuay y Cañar, y las empresas cuencanas Homero Ortega Peñafiel e Hijos, Serrano Hat Export, Exportadora Kurt Dorfzaun y Hugo Bernal.
El cluster forma parte de un proyecto cofinanciado por la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid) —a través del Proyecto Red Productiva ejecutado por Carana Corporation— y apoyado por la Corporación de Promoción de Exportaciones e Inversiones (Corpei).
Un hito es la integración de empresas exportadoras para mejorar la calidad de los productos, procesos y técnicas de fabricación del tradicional sombrero ecuatoriano, conocido internacionalmente como Panama Hat.
La alianza entre tejedoras y exportadores tiene un enfoque competitivo y de desarrollo empresarial y social. Permite mejorar la productividad, la calidad y el diseño de sombreros, así como las condiciones de trabajo y los ingresos de las tejedoras, impulsar el posicionamiento de marca y lograr mejores precios en el mercado internacional. Además, se revitaliza un sector artesanal que por cientos de años ha realizado del laborioso tejido de la paja toquilla.
“En este proyecto se trata de que todos ganen. Se han fortalecido las asociaciones de tejedoras y, como hecho meritorio, se logró unir a cuatro importantes competidores en torno a un objetivo común y a un producto que es atractivo en el mercado internacional”, afirma Bernardo Vásquez, gerente de la compañía Alfaro Hats.
El financiamiento total del proyecto fue de $ 159.000. Usaid aportó con $ 87.000 y las empresas exportadoras con $ 72.000. Para la consolidación del cluster, las cuatro empresas exportadoras y 225 tejedoras recibieron capacitación sobre estandarización de procesos y control de calidad, incluyendo diseños y acabados del sombrero de acuerdo a las exigencias del mercado internacional y la moda.
Además, se brindó asistencia técnica para el funcionamiento de dos centros de acopio e implementó un plan de negocios y de aprovisionamiento a las empresas exportadoras.
Entretanto, las tejedoras mejoraron las condiciones de trabajo y podrán mantener una postura adecuada durante sus largas horas de tejido, gracias a sillas ergonómicas que fueron diseñadas por la facultad de Diseño de la Universidad del Azuay.
El cluster ha contado con apoyo de la Corpei en actividades de promoción y difusión, especialmente en la creación de la marca, catálogos y página web de la compañía. La aceptación de Alfaro Hats se pondrá a prueba en la Feria Magic Show 2009, a celebrarse entre el 30 de agosto y el 2 de septiembre en Las Vegas.
Jessica Naranjo R., coordinadora de Ferias y Misiones de Corpei, precisa que esa feria “es la más importante para el sector de la moda y accesorios a nivel mundial, y asisten compradores de 80 países y tiendas importantes como Macy’s, Kmart, Costco, JCPenney, etc.”.
Por su parte, Vásquez ratifica el deseo de dar a conocer la marca y llegar a clientes importantes. Reconoce que será “una labor de largo plazo”, pero se muestra optimista por el hecho de contar con “un excelente producto que debe tener bastante éxito en el exterior”. El primer objetivo será el mercado de EEUU y, posteriormente, se enfocarán en Europa.
EEUU, Italia, Alemania, Brasil, Japón, Reino Unido, México, España, Francia, China y Hong Kong figuran entre los principales mercados de los artículos de paja toquilla o paja mocora (otra fibra natural para el tejido artesanal). Las ventas ecuatorianas en 2008 fueron por $ 2,7 millones.
Los bajos precios y la migración han afectado la permanencia de la labor artesanal de sombreros. Andrea Terreros, gerente general de Sagitta Consultores, que administra el cluster cuencano, señala que “los tejedores ganaban muy poco y estaban dejando de tejer la paja toquilla. Por eso, el proyecto busca mantener viva una tradición, expandir mercados y comercializar con marca propia en grandes almacenes”.
Por regla general, los tejedores entregan los sombreros en crudo —denominados campanas— y éstos son terminados industrialmente en las empresas exportadoras.
Según expertos, un tejido muy fino o por pedido especial tendría un valor real de alrededor de $ 400. Los tejedores apenas reciben entre $ 3 y $ 5 por unidad, teniendo en cuenta el tejido más común.
La importancia del cluster se refleja en lograr precios justos en la comercialización. De acuerdo a Red Productiva, los intermediarios nacionales “recolectan los sombreros de casa en casa o en las ferias de cada pueblo” y como disponen de capital para el prepago, la tejedora prefiere esta opción, ya que no debe esperar a que su sombrero sea vendido a una fábrica exportadora para cobrar.
Incluso, hay ocasiones en que los intermediarios entregan anticipos en dinero a las tejedoras para lograr un mayor compromiso y “en la mayoría de los casos se quedan con la mayor parte de la utilidad de la producción”, es decir, las exportadoras les pagan una comisión cercana a 5% sobre el precio del sombrero y, además, toman parte de las ganancias de las tejedoras a quienes pagan precios sumamente bajos.
Por otro lado, los intermediarios extranjeros son empresas mayoristas que distribuyen los sombreros a tiendas detallistas en el exterior. “Algunos tienen su propia infraestructura de tiendas, por lo cual muchas veces duplican o triplican el precio del sombrero sin agregarle valor alguno, y solo algunas veces piden los sombreros sin terminar para acabarlos en el exterior”, añade Red Productiva.
El sombrero es un accesorio que pueden usar tanto adultos como jóvenes, y a través de los años se han incorporado nuevo diseños y diferentes formas. En el mercado, en vez del producto semielaborado, como sucedía antiguamente, la demanda exige un sombrero 100% terminado, listo para su uso, con etiquetas y adornos.
“El sombrero de paja toquilla tiene gran potencial para posicionarse como un accesorio de verano en el mundo”, expresa Fernando Moreno, gerente general de Serrano Hat, una empresa dedicada básicamente a la exportación de sombreros desde 1905.
Por su parte, Eduardo Ugalde, gerente general de Homero Ortega Peñafiel e Hijos, explica que el sombrero es apetecido en determinados nichos de mercado en los que se valora un producto que es hecho a mano y con fibras naturales, es decir, una obra de arte.
“Si regresáramos a mediados del siglo XX, veríamos que el sombrero era parte de la moda y salir sin sombrero era como salir desnudo. Nuestros abuelos y padres usaban siempre el sombrero, pero en la actualidad no es lo común en el mundo. Por eso, hay que proyectarse a nichos de mercados poco a poco”, añade Ugalde.
Los mayores competidores en sombreros terminados son China, Filipinas, Italia, México y Brasil. La elaboración artesanal y la calidad de la paja son dos aspectos fundamentales para medir el valor del sombrero, pues las materias primas frágiles como la llamada paja cristal —por ejemplo, usada en Brasil— no asegura una larga vida del producto.
“Tengo sombreros que tienen 75 años de tejidos y están ‘viviendo’ si cabe el término, es decir, lucen como si se hubieran hecho ayer. La paja es increíblemente noble y no se daña. Hay que tener cuidado al colocarlos, porque si se ponen uno encima del otro pueden dañarse”, afirma el gerente de Homero Ortega.
En Cuenca y Manabí es antiquísima la habilidad de los artesanos para trabajar las fibras naturales, en especial la paja toquilla. Para obtener un producto de calidad, el proceso comienza en la siembra y la cosecha de la paja toquilla, la cual posteriormente es procesada, tejida y llega a la planta para los terminados requeridos.
Colombia, Perú y Bolivia son otros países de la región que históricamente han producido fibras para el tejido de sombreros, pero en el Ecuador se desarrolló con gran intensidad la labor artesanal.
Según la investigadora María Leonor Aguilar de Tamariz, es difícil señalar con precisión una fecha exacta de cuándo, cómo y por qué apareció la manufactura de los sombreros de paja toquilla.
“Seguramente, el tejido comenzó en los períodos Formativo, luego en el de Integración, dentro de la confederación Manteña, más tarde entre los huancavilcas, mantas y caras, aborígenes que habitaban lo que hoy comprenden las provincias de Guayas y Manabí, y que históricamente han sido considerados como hábiles tejedores y trabajadores en el arte textil”, indica una publicación de Aguilar.
También cita la ocupación artesanal de habitantes de las provincias de Azuay y Cañar desde épocas remotas, que adquirió consistencia y fuerza a partir de la época republicana, concretamente hacia finales del siglo XIX y sobre todo durante la primera mitad del siglo XX, en la que se convierte, gracias a la exportación de los sombreros, en una importante fuente generadora de divisas para el Estado ecuatoriano.
La frescura y la elegancia del sombrero de paja toquilla son reconocidas en todo el mundo y se dieron a conocer cuando quienes iban a buscar oro en California pasaban de la costa Este a la costa Oeste de EEUU vía Panamá, donde, al atravesar el istmo en ferrocarril, encontraban estos sombreros, llamándolos Panama Hats, por el lugar donde los adquirían. Luego, su uso se extendió durante la construcción del Canal de Panamá, dada su conveniencia por las condiciones climáticas del lugar, lo que consolidó el erróneo nombre de Panama Hat, con el que empezó a comercializarse en el Caribe, América del Norte y Central y Europa.
La paja toquilla, perteneciente a la especie Carludovica palmata, se cultiva en zonas montañosas de la Costa y la Amazonía ecuatorianas. Del centro de sus anchas hojas se obtiene la paja para la fabricación de los sombreros. El proceso para la elaboración comprende la extracción de los cogollos o envolturas de paja toquilla, el tratamiento de la fibra, la venta de los cogollos listos para ser tejidos y el tejido propiamente.
El sombrero consta de tres partes: plantilla, copa y falda. El tiempo del tejido fino depende del grosor de la paja y del grado de dificultad. Los sombreros de paja toquilla son hechos a mano y quienes se dedican a esta labor promedian tres sombreros por semana, pero hay sombreros finísimos, cuyo tejido puede demorar entre cuatro y cinco meses (un solo sombrero).
Publication: Dinediciones - Revista Gestión
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1 comentario:
buenas! soy de paraguay y somos fabricantes de diversos tipos de sombreros.. artesanales, de paja forrados por tela arpilla y muchas variedades mas... nos gustaria exportar nuestras mercaderias pero no tenemos mercado en el exterior... no sabira si ustedes nos podrian ayudar o si estarian interesados en el asunto. mi correo por culaquier cosa es : alba_irala@hotmail.com
gracias!
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